lunes, 8 de septiembre de 2008

Saturnalia...

Dañado...

Sigues siendo la mujer que amo, han pasado treinta y tantos años y no he podido olvidarte. He perdonado cada una de tus infidelidades, te he odiado y a tus brazos regreso, te pido que no hablemos de eso y empecemos de nuevo, pero entonces te descubro de nuevo y ya no puedo seguir. Movido por el despecho me entregué en amores que empeoraron el mal momento que atravesaba, besos que eran tuyos fueron desperdiciados sin placer. No lo pienso hacer de nuevo, soy tuyo. No tienes idea del dolor que me causaste, saber que me engañabas con él, yo lo apreciaba, había aprendido a confiar en él, pero no pensaste en eso, me dijiste que le amabas, que estuvo primero que yo, que gracias a él nos conocimos, pero si todo esto era cierto, porqué me mentías al decirme que me amabas?. Jugaste conmigo, con mis sentimientos.
Los años pasaron y yo alejado de ti, creí odiarte, escapé de tu vida a sabiendas de que sufrirías con mi partida, también me dolió no verte, quizás más de lo que imaginas. Lloraba de rabia cuando juré que no volvía a tus brazos, que ya no me interesaba saber nada de ti, le prohibí a mis amigos que te mencionaran, nadie podía tocar el tema, pero aquí me tienes, de nuevo a tus pies, una llamada tuya bastó para que todo mi orgullo se fuera a pique, vine a tu encuentro con cierta alegría, saber que él había muerto y mis esperanzas renacieron, ahora que estás sola nadie evitará que estemos juntos hasta el final de nuestras vidas.
Me duele escucharte decir que lo amabas, no tienes piedad de mi dolor, sabes que no puedo compartirte con nadie, ni siquiera con él, no lo vuelvas a mencionar o te juro que pierdo la cabeza y ya no sé de lo que sería capaz. Hablemos de otra cosa, de lo que linda que te ves vestida de negro, siempre te dije que el negro le sentaba bien a tu piel tan blanca, no me cambie el tema amor de mi vida, no ahora que sé que eres totalmente mía. De nuevo empiezas a llorar, siempre que hablamos de esto lloras, ya me tienes cansado, aprietas mis manos, me abrazas, sentir tu cuerpo junto al mío es un placer indescriptible, entre sollozos besas mi rostro, prometes buscarme ayuda profesional, qué te has creído? me enojo, te empujo lejos de mí, intentas abrazarme de nuevo, lo impido, te grito que te alejes, que no me toques, que no me llames Edipo, bien sabes que ese no es mi nombre mamá!.


Rafael Rodríguez Torres

1 comentario:

Ericarol dijo...

Edipo era un sinverguenza.

Menos mal que la mamá no le hacía caso.

Tenebroso...

Ericarol