viernes, 5 de septiembre de 2008

Gloriosos años 70's...

Enriquito...

Te reconocí en seguida Enriquito, eres el mismo de siempre, parece que los años no te pasan; todavía tan jovial, tan dispuesto, pareces aquel muchacho de antaño, ¡Caramba Enriquito, no cambias!, siempre vistiendo a la moda y ahora con la cabeza al raspe como la de los artistas gringos.

Recuerdo cuando te vi por primera vez, hace ya tanto tiempo; todavía la vida era en blanco y negro. Salías del cine Odeón en una de esas tardes memorables de matinée en que con veinticinco centavos disfrutábamos de dos películas de karate, en aquella ocasión nos deslumbraste a todos: pantalones campana, camisa a ramos ajustada al cuerpo, unos zapa tacones y ese pelo rubio con un corte a lo "chagui", llamabas la atención sin proponértelo. Gratuitamente diste una exhibición, en plena calle, de tus destrezas en las artes marciales, eras todo un suceso.

A medida en que te acercabas voy recordando la época en que fuiste la voz de protesta del barrio, no temías por tu vida, a sabiendas de que vivíamos una situación política bastante dura. Gritabas a todo pulmón por tus derechos de libertad de expresión. Aunque me uní a los que te dejaron solo en la esquina por temor a las represalias de la policía, sufría en carne propia cada vez que llegaban en la "perrera" y te entraban a palos. Te convertí, sin siquiera pedirte permiso, en mi héroe, desobedecía a mis padres cuando me decían:

-¡Cuidado con juntarte con el comunista e'mierda ese!.

En cada uno de tus apresamientos todos decían: “De esta no sale Enriquito”, mas yo confiado esperaba tu retorno, los "protas" no mueren en las películas. Que bueno es verte de nuevo, cuando ya no quedan amigos de infancia. Me imagino que me echarás en cara lo gordo que estoy y tú tan atlético, es que eres único mi pana. Ya estás más cerca, y contigo viene esa andanada de gratos recuerdos del pasado, de amigos incondicionales.

Recuerdo cuando ocurrió lo inevitable: te salió viaje pa'Nueva York. Ya nadie quemaba gomas en el barrio, nadie le voceaba " los indios" a los policías, nos daba lo mismo si el tirano se cagaba en la cabeza de quien fuera. Qué importaba, sólo tú tenías ese espíritu de lucha. ¿Me preguntaba qué habría sido de tu vida en el norte?, de seguro-pensaba- te casaste y tienes hijos. No escribiste, jamás supimos de ti.

Ahora te paras frente a mí con esa sonrisa de galán de película muda, metes la mano en uno de tus bolsillos, me saludas algo distante como si no me reconocieras, qué pasa Enriquito, soy yo, tu pana, me pasas unos cartoncitos azules y dices:

-“Señor, coopere con "Hogares Crea", cómpreme un par de boletos para ir al cine este domingo”. Miro hacia otro lado, te ignoro, simplemente digo:”Otro día, no tengo menudo”.


Rafael Rodríguez Torres

1 comentario:

Ericarol dijo...

Tu y yo somos uno!!!

Esos finales tan dramáticos!!!

Ericarol