viernes, 12 de septiembre de 2008

Desamores y Desencuentros...

Qué Linda es la Mujer del Otro...


La vi tomar las escaleras eléctricas del centro comercial en que estaba, aunque no tenía nada que hacer en el segundo piso me aventuré a seguirla; algo se me ocurrirá, me dije emocionado. Era una mujer de pelo corto negro, buen tamaño, de piel muy blanca por lo que apreciaba desde mi posición de mirón fugitivo. Su figura denotaba la sensualidad que irradia una mujer que ha pasado de los treinta y mantiene la forma. Sus nalgas apuntando directo a mi cara me trastornan, bajo su pantalón caqui se dibujan las líneas de sus pequeños panties que de manera atrevida se esconden más de lo debido. ¿Quién será el dichoso de poseer semejante dama?. Sus manos apoyadas en la baranda dejan ver unos dedos de uñas bien cuidadas y sin un anillo que la ate con alguno que quizás no valore lo que tiene para sus noches.

Especulo sobre su estado civil, debe estar divorciada, a lo mejor un par de niños la esperan en casa y un ex marido arrepentido por no saber cumplir con sus deberes de cama. Viste una chaqueta azul marino que le da un porte de ejecutiva de banco, su perfume se desliza entre las personas que nos separan y penetra por mi nariz hasta embriagar mi cerebro de pensamientos turbios, me lleno de fantasías. Ella mueve ligeramente su cabeza, una oreja pequeña adornada con unos pendientes que lucen de oro me deslumbran, agudizo mi vista para distinguir esos bellitos rubios que descienden hasta su mejilla en contraste con su melena azabache...Qué linda debe ser!.

Quizá tiene novio y él anda por ahí con otras y ella paseándose sola en lugares como éste. Los hombres somos estúpidos, si Dios me diera la suerte de conocer una muchacha como esa sería feliz, olvidaría todo mi pasado y pondría fin a mis infidelidades. Me entregaría a ella para hacerla una esposa amada. Tengo que decirle algo, lo que sea, no puedo dejarla escapar, pero debo actuar con mucha cautela, que no vaya a pensar que soy uno de esos que andan al acecho todo el día. Casi llegamos a nuestro destino, parece incómoda, a lo mejor son mis ojos que le están haciendo cosquillas de tanto estar posados en ese cuellito que se ve tan delicioso salpicado de lunares...por ahí empezaría a besarla, ese es uno de los puntos débiles de las féminas; bueno, de algunas, mi ex parecía una caja fuerte, no había manera de entrarle.
Imagino sus senos, redonditos, firmes, ah. Como me gustaría asomarme al balcón de su escote y disfrutar cada día ese desfile de sensualidad que brindan esos monumentos a la imaginación masculina. Sus pezones rosados guiarían a esta lengua ardiente de su néctar a su morada de pasión y fuego, que tarea me asignaría cada noche al regresar a una casa donde me aguarde por esposa ese ejemplar que va derrochando perfección a su paso, haríamos el amor hasta en los días vetados por la naturaleza. Pensar que pasaban meses y no tocaba a ese bloque de hielo que se acostaba en mi lecho. Gozaba de una facilidad única para tumbarme el ánimo que luego de varios años de torturas me llevaron a la fuga de un hogar destruido por la monotonía. De sólo recordar ese pelo enmarañado en unos rolos que la asemejaban a un alcantarillado, su cara embarrada de unas cremas para proteger un cutis marchito por los años y dos rodajas de pepinos que cubrían sus ojos me espantaban las ganas. Siempre llegaba a casa con la esperanza de encontrarla en prendas íntimas de esas que salen en películas, pero la realidad era otra, con sus atuendos pasados de moda y nuestro hijo mamando de sus tetas hinchadas a punto de reventar, no pude seguir. Con éste bizcochito sería diferente, debo tener cuidado al abordarla, a lo mejor alguien la espera en uno de los café del segundo nivel, le permitiré que explore el panorama y si nadie aparece PAM!, le caigo encima preguntándole si estudió en tal universidad, que cada ser humano tiene su doble en la vida y el suyo gravita en ese centro de estudios, que me ofrezco a presentarlas, sería tremendo placer, sólo dígame como me puedo poner en contacto con usted, eso nunca me ha fallado.

Pisa tierra firme, se echa andar con pasos rápidos, con rumbo determinado, casi empiezo a correr para darle alcance, un hombre joven se levanta de unas de las mesas llevando en sus manos un ramo de rosas la cual extiende hacia ella, que cursi; ella lo toma y realiza el ritual más repetido del universo, ojalá tenga gripe y no pueda sentir su olor. Se abrazan y los besos inician sin importarles que curiosos como yo les miren, paso por su lado casi rozándola, ella abre unos ojos de noche sin luna, me mira sorprendida, intenta saludar pero la lengua golosa de su galán lo impide. Mi corazón late acelerado, meto las manos en los bolsillos, desesperado busco un lugar donde ir, no se me ocurre nada, que suerte la de ese pendejo y pensar que yo estuve cinco años casado con ella y nunca la anhelé tanto como hoy al saberla ajena.



Rafael Rodríguez Torres

1 comentario:

Lisbeth dijo...

Esta precioso. Es una historia triste, casi desalmadora, viendolo desde el punto de vista del protagonista. Lamentablemente asi son la mayoria. No estan conforme con lo que tienen hasta que le pasa lo que a el. Pudo tener solucion cuando estuvo con ella pero prefirio desistir. Soy una chica joven y aun no me he casado, pero cada vez que pienso en eso le pido a Dios que me libre de todo lo que le pueda hacer daño a mi futuro matrimonio... inluyendo la monotonía.