martes, 30 de diciembre de 2008

Desamores y Desencuentros...

Retorno...

"Todos vivimos del pasado y nos vamos a pique con él"
Goethe.

Abro la puerta, todo está oscuro, apenas puedo distinguir las siluetas de los muebles y las columnas de la casa. Camino directo hasta la habitación, la que fue nuestra tantas noches. Enciendo la luz y mirar aquello es volver a verte de nuevo, todo me recuerda tu presencia.

Desabrocho mi abrigo, la camisa. Me quedo apenas en calzoncillos y medias tirado en la cama mirando al techo. Tu aroma me llega de repente, veo un frasco de perfume que dejaste con tu partida. Lo tomo como si fuera a ti a quien abrazara, lo destapo como si te desnudara, aspiro profundo y me lleno de ti, de tus besos, que son mis besos y me los robaste para que otro lo disfrutara sin merecerlos. Me tomo un trago de golpe del perfume, mi cuerpo convulsiona, todo da vuelta hasta que te descubro parada en medio de la puerta. Te acercas despacio, como si no me reconocieras. Me cubres con tus brazos, me siento protegido a tu lado, puedo sentir la delicadeza de tu piel, nuestros rostros se confunden, lloramos. "Nunca me dejes" te suplico. "Nunca me he marchado" respondes. Nos amamos toda la noche, escuché cuando gritaste mi nombre, yo susurré el tuyo.

El sol entró sin ser invitado, era la mañana y ya no estabas. Una ducha, me marcho al trabajo. Consumo horas en una fría oficina, gente que gira a mi alrededor, no las distingo. Llega la hora de partida, camino por la calle principal de la ciudad, busco tu rostro en las personas que se cruzan en mi camino y no te encuentro en ninguno de ellos. Apresuro el paso, quiero llegar a la casa. Introduzco la llave en la cerradura que cede seguido . Todo sigue oscuro, llego como siempre a tientas a la habitación, no estás, no has regresado desde que te fuiste, no vas a volver. Desabrocho mi abrigo, la camisa. Me quedo apenas en calzoncillos y medias tirado en la cama mirando al techo, tu aroma me llega de repente, veo un frasco de perfume...todo inicia de nuevo.


Rafael Rodríguez Torres
"Vi ho purgatto ancora!"

Nota:Si soy acusado de plagio por adjudicarme lo antes escrito, quien lo haga lleva razón. Lo aquí escrito no me pertenece, es de quien provocó que las palabras mancharan el papel. Es de ella porque fue quien dictó las palabras, pero lo más importante, le pertenece porque fue quien provocó lo que les cuento haber sentido.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Saturnalia...

Ghostbuster...

Soy un hombre escéptico, para muchos de mis conocidos, en extremo. Lo ocurrido en casa hace unos años me llevó a dudar de mis férreas convicciones. Soltero, rozando los cuarentas, años de vivir solo me transformaron en lo que soy hoy día. Aprendí a disfrutar de la vida, incluso de la oscuridad provocada por los cotidianos apagones que vive el país.

Luego de una cena frugal, encender varias velas en el baño, obligar a mis ojos miopes pasearse por las líneas de letras pequeñas de un libro de Stephen King, "Different Seasons" si mal no recuerdo. Envuelto en la lectura, creí escuchar un ruido bastante extraño en la cocina, no le hice caso pero al continuar los ruidos, ahora de forma alarmante, decidí investigar con una navaja del ejército suizo en una mano, en la otra una vela. Como era de esperar, no había nada.

Pasaron varias noches y todo en calma, luego regresaron con la misma agresividad de la primera noche. Esta vez la investigación fue mucho más exhaustiva, el resultado de la búsqueda fue el mismo, nada!. Al regresar a la habitación, cerrar la puerta con seguro, volvieron los ruidos, ya no desde la cocina, ahora fuera de la habitación. Asustado(con vergüenza lo reconozco ahora) como cualquier otro, apenas pude conciliar el sueño por las conjeturas sobre lo que pasaba en casa. Las mañanas llegaban plagadas de calma, salir del apartamento era entonces un alivio, regresar un verdadero suplicio. Lo peor de todo era que no me atrevía contarle a mis amigos lo que pasaba, aún conservaba un poco de dignidad. Para empeorar la situación, los adornos que decoraban la sala y el comedor de la casa caían al suelo y con el impacto se destrozaban de forma irreparable. Salir y revisar lo que pasaba ya no era una opción, tenía miedo. Recoger los destrozados adornos por las mañanas se convirtió en una nueva tarea de cada día. Busqué información en Internet, a lo mejor alguien me aconsejaba sobre el tema. Sólo encontré puras teorías.

Cuando un hombre es llevado al límite es poco predecible como reacciona dicho individuo. Llegué al extremo una noche al ver truncada una cita de cama con una amiga la cual salió corriendo ante la andanada de ruidos que se escucharon aquella noche. Lo que fuera me había colmado la paciencia. Detuve una tarde en una ferretería, recorrí los pasillos de la misma empujando un carrito como en los supermercados. Polvos, trampas, de todo cuanto pude conseguir lo compré. Los ruidos han disminuido casi por completo, una que otra noche los escucho pero ya estoy plenamente confiado de que no eran fantasmas . Por las mañanas sigo con la misma molestosa tarea de recoger y limpiar; lo único que ha cambiado son los adornos de la sala por ratones muertos ya sea envenenados o triturados por una ingeniosa trampa. Todavía estoy tratando de convencer a mi amiga de que los fantasmas no existen, deséenme suerte.


Rafael Rodríguez Torres
"Vi ho purgatto ancora!"

viernes, 12 de diciembre de 2008

Sueños Alucinógenos....

Para Que No Me Olvides...

Ya estaba sentado a tu lado cuando sonó el teléfono con la mala noticia. Miraba fijo tu rostro buscando alguna expresión nunca antes vista, conociéndote, sabía que no ibas a decir nada, siempre callas. Preguntaste a la voz del otro lado del aparato si estaba seguro que había sido yo, con la respuesta diste las gracias y colgaste. Quise gritar en ese momento:"Di algo papá!, por lo menos ahora". Callé, era inútil, ya no estaba permitido hablarte.

Qué rápido se propagan las malas noticias, no pasaron diez minutos y ya lo sabías. Lamento todo papá, no tuviste suerte conmigo. De haber podido te evitaba el dolor que ahora te consume. Envejeciste años y apenas ocurrió ayer, cuanto se nota el sufrimiento en tu cara, te juro papá que estoy llorando por dentro, pero no lo vas a notar nunca, ya no soy ni sombra de lo que hasta ayer fui.

Recuerdas papá los momentos que pasamos juntos, tener tu mano sosteniendo la mía era lo más importante del mundo para mi. Me desvelaba por complacerte, que estuvieras orgulloso de mi, pero siempre chocaba con el muro de silencio que te convertiste con los años, luché papá, Dios sabe que hice el esfuerzo, pero como ser humano tuve mis límites, agoté cada opción posible, ninguna funcionó. Para entonces ya era un adolescente, quise llamar tu atención de otra forma, primero en el colegio, fraudes en los exámenes, peleas, escapadas, llamadas de los profesores. Que su hijo hizo esto, ahora aquello. Tú como siempre, callado, el peor castigo que recibí en la vida fue tu silencio, me lastimabas papá.

Una noche te la hice bien grande, llegué acompañado de unos policías. "Es su hijo?" preguntaron. Asentiste con la cabeza, estabas espantado. "Lo atrapamos robando en una tienda del centro comercial". "Espera en mi despacho" me dijiste. Saliste a la calle con los oficiales, hablaron por largo rato, cuando regresaste simplemente preguntaste:"Hasta dónde piensas llegar?".

Crecí, como a todo el mundo la calma llegó en mi vida, la universidad, luego conseguí trabajo, aparecieron las chicas, me enamoré. "Papá, tengo una buena noticia que darte!...vas a ser abuelo!" no me dijiste nada agradable, no abriste una botella de whiskey para celebrar como dos hombres. Te pusiste en contacto con los padres de ella y nos celebraron una boda esplendida, cinco meses después ya yo era padre al igual que tú. Me acompañaste todo el día en la maternidad. Lo miraste como si no hubiese sido sangre de tu sangre, trataste de ser gracioso, pareciste grotesco, no era lo tuyo.

Dicen que cometemos los mismos errores que cometieron nuestros padres al momento criar un hijo, traté de ser abierto con mi hijo, expresivo, creo que hice un buen trabajo a pesar de la improvisación. Ahora te lo encargo en mi forzada ausencia. Por las noche le hablas antes de dormir, cuentale historias de nosotros, inventa anécdotas que vivimos, siempre trata de que se duerma con una sonrisa en el rostro. Si te pregunta por mi, a ver cómo te las ingenia, deja fluir las palabras, con el paso de los años no tienes idea del significado que adquieren. Si yo hubiese tenido el valor de sentarme a tu lado y decirte todo esto un año antes, quizás nada de esto hubiese ocurrido. Ahora, cuando ya es tarde es cuando me decido, pero no me escuchas, miras mi cuerpo, ignoras las palabras. "Qué hiciste hijo?" logro escuchar de tus labios. Esta vez no fue mi culpa papá, la luz cambió muy rápido, pisé frenos, no vi venir el otro vehículo, no recuerdo el resto. En mi cabeza retumban voces:"Es el hijo de don Fulano" alguien dijo. No quería que te enteraras, pero ya ves, no lo pude impedir.

Ya nos separan padre y no dices nada, porqué no me abrazas?. Observas a quienes me alejan de tu lado y no dices nada, baja la mirada, estás llorando, lo puedo notar. Me desespero, mas que por tu estado de angustia, es saber que nos despedimos para siempre. Quise comprenderte, ahora es tarde, te quiero viejo, nunca lo olvides. Se acercan personas que te consuelan, te llenan de un falso valor, quién puede soportar la muerte de un hijo? quizás tú, a lo mejor yo.

Rafael Rodríguez Torres

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Los 80's...Sicodélicos, confusos.

Correspondencia Para Chanflín...

Si usted preguntaba en el barrio por Francisco Pedro Borbón estoy seguro que muy pocas personas le hubiesen podido responder que le conocían, entre esas pocas personas me incluyo, al igual que mi padre y hermano mayor. Si usted preguntaba por toda la ciudad por Chanflín entonces estoy seguro que casi todo el mundo le iba poder decir que le conocía.

Francisco Pedro Borbón, mejor conocido como Chanflín, llegó una mañana pidiendo trabajo a un almacén de provisiones de la avenida Valerio, el mismo era propiedad de mi padrino por lo que pronto Chanflín fue presentado a mis padres. Como su labor en el almacén finalizaba antes del mediodía, se ofreció como ayudante en la fábrica de muebles de papá. Allí fue donde nos hicimos amigos.

Chanflín sobrepasaba los seis pies de estatura, cuerpo musculoso. Su piel estaba tostada por el sol, su rostro siempre lucía una barba de varios días que nunca crecía de más. Su atractivo principal eran sus ojos azules que hacían juego con su eterna gorra de los Tigres del Licey. Sólo una vez le vi sin la gorra en su cabeza, fuimos un domingo a pescar al río Yaque y su anzuelo quedó atrapado en la profundidad, luego de pensarlo varias veces puso su preciada gorra con todo el cuidado del mundo en la arena y dejó al descubierto una brillante calva que amenazaba con llegarle a la nuca.

Chanflín no se hizo famoso por su estatura, ni cuerpo, ni siquiera por sus ojos azules que hacía juego con su gorra de los Tigres del Licey. Su fama le llegó a finales en los 70's , cuando desde España nos llegaba la noticia de la muerte de Franco y la restauración de la monarquía. Se proclamó primo del rey Juan Carlos, nos dijo a todos que le tocaba una herencia de unos doscientos millones de dólares. Todos seguido fuimos beneficiados con la promesa de una parte de su fortuna, pero como era el blanco perfecto de las burlas de los muchachos del barrio fue eliminando uno por uno hasta no quedar nadie conocido en la lista. El dinero, me dijo un domingo de pesca, le iba a llegar en un sobre amarillo, dentro un cheque con la cantidad soñada. Era ya su único tema de conversación. Cuando le preguntaban:"Chanflín, te mandaron los chelitos?" siempre respondía lo mismo:"Sigue con tus burlas, yo te voy hacer un cuento".

El dictador enano fue arrancado del poder, conocimos la democracia en dos ocasiones y sin cambiar una simple letra de su discurso Chanflín siempre nos contaba la misma historia que ya nadie le hacía caso. Ya casi no le veía, había entrado a la universidad y era poco el tiempo libre que me quedaba para domingos de pesca. Fue una tarde mientras tomaba clases de economía 101 en la universidad que se me ocurrió gastarle una broma pesada a Chanflín. Al llegar a la casa le conté los detalles de mi plan a mi hermano mayor que para mi sorpresa no sólo estuvo de acuerdo, sino que se ofreció para ayudarme con el mismo. Compramos papel de cáscara de huevo en una librería del centro de la ciudad, varios sobre manila, un chinografo, goma para lacrar entre otras cosas. Mi hermano que domina a la perfección el arte de escribir con letras góticas redactó una carta a Chanflín donde primero le saludaba y le contaba lo emocionado que estaba de haber dado por fin con su paradero. En la carta le contaba que en poco tiempo le iba a estar enviando el cheque con el dinero de su herencia. Pusimos el sobre en el correo y al cabo de dos días Chanflín recibía su sobre. Saltaba de la alegría y le mostraba la carta a todo el mundo. Besaba la firma que mi hermano había copiado del rey Juan Carlos de una revista de sociales española. A todos nos prometió una parte de su fortuna olvidando ofensas del pasado. Cuando vino a casa con la carta en las manos tuve que morderme los labios para no estallar de la risa y echar a perder la segunda parte de nuestro plan.

Tanto mi hermano como yo estuvimos ansiosos durante las siguiente dos semanas, ambos queríamos enviar ya el cheque de Chanflín. Mi hermano de nuevo hizo un trabajo memorable, firma, número de cuenta, monto, todo parecía real. El sobre con el cheque le llegó una tarde calurosa de junio, estaba llegando a la fábrica de papá cuando el cartero le vio y le dijo de su correspondencia. Ese día no trabajó, tampoco fue al almacén al siguiente. Nos enteramos que le habían apresado en la sucursal del banco Universal de la calle El Sol tratando de cambiar el cheque falso. Como su antigua costumbre de la dictadura, los policías en el interrogatorio lo acariciaron más de lo debido. Mi hermano me convenció de que teníamos que contarle todo a papá quien al enterarse sólo dijo:"Coño, se pasaron muchachos". Se reunieron varias personas, entre ellos papá, el cura párroco, mi padrino quien era el jefe de Chanflín en el almacén y fueron todos al cuartel de la policía a lograr su libertad alegando demencia.

A Chanflín lo liberaron pero ya no era el mismo de antes, no volvió a trabajar. En menos de un mes envejeció años. La penúltima vez que le vi estaba sentado en un banco de la plaza Valerio. Me acerqué timidamente. Le pedí disculpas, me ignoró, su mirada se perdía entre los árboles del parque, se balanceaba suavemente de un lado a otro. Me despedí con un "nos vemos" entonces me habló, aunque no estoy seguro que fuera precisamente a mi, mas bien dejó escapar unas palabras al viento al decir:"Ya ni en la familia puede uno confiar, el cheque no tenía fondo".

Mi hermano se fue a vivir a los Estados Unidos, de Chanflín nadie le vio de nuevo, todos temieron lo peor. No tardó mucho para verme convertido en un paria para todos en el barrio. Me tocó cargar la cruz de la culpa a mi solo. Mi amigos ya no me hablaban, mi novia me sacó de su casa cuando fui a visitarla. Mis padres fueron indiferentes conmigo, como si yo no existiera. Me encerré en mi habitación día y noche, salía a comer, bañarme o tomar algo de la nevera. Poco a poco el encierro, la culpa y el trato recibido por todos me fue afectando. Mis estudios de economía quedaron en el olvido, una noche ya no pude más y me corté de un tajo las venas, mi madre fue quien me encontró tirado en el suelo. Luego, los meses siguientes fueron algo confuso, no recuerdo mucho de lo que hice. Estuve interno por más de dos años en un hospital siquiatrico en las afueras de la ciudad. Cuando me dieron el alta descubrí que nos habíamos mudado bien lejos de mi antiguo barrio. "Tienes la oportunidad de empezar una nueva vida" me dijo papá al llegar a la nueva casa. Pude conseguir empleo en un banco, una nueva novia. Las visitas al siquiatra se fueron espaciando con el paso de los años. Fue en una de las citas con el doctor, sentado en la sala de espera y hojeaba una revista española cuando vi a Chanflín por última vez. Estaba cambiado, su piel ya no estaba tostada por el sol, su cuerpo mantenía la buena forma que lo caracterizaba. Fue por sus ojos azules que ahora hacían juego con el mar . No le hubiese reconocido de no haber leído el encabezado que decía:"El duque Francisco Pedro Borbón vacaciona en el mar mediterráneo en su lujoso yate".


Rafael Rodríguez Torres