Escribir es una pasión que muchos llevamos dentro, escribir alivia el alma, acompaña soledades, reconforta y a la vez nos mantiene vivo en la memoria cosas que nos han pasado, que vimos o nos contaron. Por eso escribo, para no olvidar siquiera un detalle de lo ocurrido en la película más larga, interesante y a la vez aburrida que he visto: Mi vida!
miércoles, 7 de agosto de 2019
Saturnalia...
La Conoces?
A inicios de los 90's trabajaba como cajero en un banco de mi ciudad, odiaba el trabajo por lo tedioso del mismo, nunca le vi el atractivo a contar dinero ajeno. Aquel día fui designado a la autocaja que era mucho más aburrido que la caja normal, apenas un saludo por un micrófono con los clientes e intentar escuchar lo que decían por unas bocinas viejas y defectuosas.
La mañana avanzaba lenta, ni siquiera clientes se paraban para hacerla un poco más dinámica. Fue entonces cuando la vi pasar, justo cuando el aburrimiento colmaba mi existencia, fue su paso acelerado y grácil que me sacó de la bruma, o tal vez su vestido azul Marino de cuello blanco, sus medias blanca que le llegaban justo debajo de las rodillas, o sus zapatos negro charol sin tacones que se notaban bien ajustados en sus pies. Su rostro desde mi ángulo visual quedaba cubierto por el pelo, castaño y lacio. Con su paso apresurado el pelo se balanceaba y permitía que asomara su mejilla que iba del blanco de su piel a un rosado pálido que bien podría haber sido efecto del maquillaje.
Al hombro una cartera que se me hizo enorme para su tamaño, era pequeña. La cartera iba semi abierta y se balanceaba en su andar, en uno de sus pasos noté que algo caía a la acera, rebotaba una, dos veces e iba a parar entre la maleza del solar baldío que estaba justo al frente del banco. No perdí el objeto de vista, era visible para mi a pesar de la distancia que me separaba. No lo perdí de vista durante toda la mañana, temía que alguien encontrara el objeto que casi seguro estaba era su monedero y estaban sus documentos de identidad y su dirección y esa persona que lo recogiera me quitara la oportunidad de llevarlo a su casa, conocerla y quedar como el héroe de turno.
Las horas pasaron lenta, impedido de poder salir por las normas del banco miraba el reloj de pared con ansias, iba a salir corriendo, cruzar la calle y dar con el monedero. Me preguntaba cuál sería su nombre, dónde vivía, por qué tanta prisa, y sobre todo, cómo sería su rostro.
Decidí no hacer la pausa del almuerzo, no podía arriesgarme a que alguien cruzara y encontrara el objeto y yo no enterarme. Perder la oportunidad de conocerla ya no era una opción.
La hora de salida llegó, cuadrar la caja y entregar al oficial de turno para que verificara y firmara no me tomaba más de diez minutos por lo general, esa vez lo hice en menos de cinco. Contrario a lo antes planeado me fui caminando lento, miré a ambos lados de la calle antes de cruzarla y sí, ahí estaba y era un monedero de piel marrón, lo abrí y para mi sorpresa no contenía documentos, nada visible a simple vista. En lo más recóndito del monedero apareció una foto que estaba seguro era de ella, la foto me reveló una de mis interrogantes, cómo era su rostro. Era bonita, no había duda, pero su cara era totalmente inexpresiva, parecía no tener vida de no ser por su mano derecha que estaba alzada con dos de sus dedos formando la señal de la paz. Su mirada simplemente me atrapó, me fue difícil desviar la mirada, ponerme de pie y echar a andar, sólo pensaba en lo que iba a hacer para conocerla, para dar con ella.
Soy un hombre impulsivo, actúo de resorte, por lo que rápido decidí preguntar casa por casa en las inmediaciones, alguien seguro por lo menos la había visto. Me puse de pie y empecé a preguntar, la gente me miraba desconfiada, todos me dieron la misma respuesta : No!, no la conozco, nunca la he visto.
Recorrer todo el barrio fue labor de unas tres horas, llegué a casa y no pude siquiera cenar, tampoco ducharme, fui directo a mi habitación a planificar lo que haría luego de mi primer fracaso. Estaba seguro que estar en el banco ocho horas no era posible, necesitaba salir a las calles a dar con ella, pararme frente al edificio del banco a la misma hora que pasó, a lo mejor y corría con suerte y ella pasaba de nuevo.
Seguido llegué al trabajo fui al departamento de recursos humanos, pedí adelantar mis vacaciones, tuve suerte, me la facilitaban al otro día si así lo deseaba, era esperar demasiado tiempo pero no tenía de otra. Ya que me quedaba un día encerrado pedí cambiar con el compañero que estaba designado ese día al autocaja, feliz aceptó el cambio de puesto, a nadie le agradaba.
No me concentraba en el trabajo, era mirando a los transeúntes tratando de encontrar su rostro entre las pocas personas que por allí caminaban, no pasó. Al salir cada día reiniciaba una búsqueda que no daba fruto, pero estaba claro que no me iba a rendir, ya me era imposible.
Con las vacaciones tenía quince días completo para dedicarme a encontrarla, empecé por las universidades, mostraba su foto y siempre obtuve la misma respuesta: "no la conozco". No paraba, por lo que pronto fui mirado de forma extraña y burlona. Mi salud se vio afectada, no sólo la parte física por no alimentarme correctamente, también estaba consciente de que mentalmente me estaba perjudicando. Mi familia hizo el intento de hacerme entrar en razón, que aquello era una locura sin sentido, no hubo forma de que lograran detenerme en mi peregrinar diario.
Fue una noche que caminaba por el centro de la ciudad con la foto en mano e intentar cruzar una calle escuché el chirrido de neumáticos de carro al frenar de golpe y un dolor intenso en las caderas, caí aparatosamente en el pavimento, quise ponerme de pie pero mi cuerpo no respondía, apenas logré abrir los ojos y ahí estaba ella agachada a mi lado y con su foto en mano preguntaba insistentemente: "Por qué tienes mi foto? Me conoce?" No le pude responder, la vida se me fue escapando sin poder despegar mi mirada de su bello rostro.
Nota: Para Marcela C., seguro estoy que nunca te voy a conocer, al igual que nunca pude conocer a la chica de la foto, ambas caminan en dimensiones paralelas a mi existir.
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