viernes, 25 de septiembre de 2015

Saturnalia...

Camino de Espinas...


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Yacía tendida en la cama, las piernas separadas, sangraba. Su cuerpo parecía muerto, pero estaba lleno de vida. En su rostro se confundía el dolor, placer, frustración, incluso desolación.

Sudaba, eran gotitas de sudor lo que rodaban por sus rosadas mejillas, no eran lágrimas, es que hacía calor en la habitación. Mediodía de verano, el calor desesperaba.

Sus ojos imaginaban que el techo se llenaba de estrellas fugaces, que la sangre que ahora manchaba las sábanas era el precio justo a pagar por el inicio de una nueva etapa en su vida. Por breves segundos desvió su mirada al cajón donde guardaba las muñecas, ya nunca las tocaría, ya sus manos no era de niña.

Observó la figura del hombre que le daba la espalda para abrir la puerta que los separaba por siempre, no se despidió, a ella no le hizo falta. De él obtuvo lo que quería, no se sintió usada, estaba feliz por el nuevo camino emprendido sin sospechar que dentro de nueve meses empezaría otra etapa en su vida.


Nota:Para Máximo Vega por su "Juguete de Madera". Me moviste con tu novela hermano.


Rafael Rodríguez Torres

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