Un problema poco usual
Cuando alguien que me conoce se entera de mi nombre completo, siempre me hacen la misma pregunta: porqué te pusieron tantos nombres?
Mi nombre debió ser Alfonso como mi padre y ya que ninguno de mis hermanos mayores lo llevan. Luego de yo enterarme que iba a ser padre fue cuando pude comprender la odisea que se puede convertir el elegir un nombre para un hijo, pero mucho más complicado puede llegar a ser el elegir un padrino.
Una tarde de domingo, unos dos meses antes de yo nacer, estaban mis padres sentados en el portal de la casa juntos a un compadre y un hermano de mamá que siempre nos visitaban. Fue aquella tarde cuando inició una disputa que al principio le pareció a todos inocente y que hoy día yo pago las consecuencias. El compadre les comentó su deseo de ser el padrino del niño por nacer, o sea, yo. Mi tío les comentó que también deseaba ser el padrino y que no había dicho nada hasta el momento esperando que mis padres se lo pidieran.
-Pues hagamos lo siguiente-dijo el compadre- el que aguante más bebiendo cervezas apadrina el niño.-
-Perfecto- dijo mi tío e iniciaron la apuesta.
Al ingerir en par de horas todas las cervezas que papá tenía en la casa se fueron a un bar que estaba en el barrio de donde no se volvió a saber de ellos por los siguientes tres días. Al regresar a sus casas casi les provoca el divorcio a ambos y lo peor de todo es que no se pudo decretar un ganador.
Al siguiente domingo se encontraron de nuevo en mi casa donde decidieron definir el ganador en una partida de dominós pero la misma nunca se llevó a cabo porque ninguno de los dos estuvieron conformes con los “frentes” que les ofrecieron. Un vecino propuso un “mano a mano” pero ninguno de los dos aceptaron ya que no lo consideraban un juego digno de jugadores de su calibre.
El tercer fin de semana de la disputa fue celebrado en un balneario de San José de las Matas. Quien cruzara primero a nado el caudaloso río Amina iba a ser el padrino. Casi pierden la vida en el intento porque como siempre estaban bien borrachos, corrieron con suerte al ser rescatados a tiempo por los mirones que allí estaban, muchos de los cuales ni siquiera se enteraron del motivo de la apuesta.
Tomaron casi un mes de descanso, a lo mejor tratando de reponerse de la aventura en el río. Fue mi tío quien reanudó la contienda a proponerle al compadre un nuevo desafío: quien conquistara primero una de las dos mellizas Almonte iba a ser el padrino. Durante varias semanas se dedicaron en cuerpo y alma en su tarea. Hicieron gala de hombres esplendidos, enviaron flores, regalos, organizaron fiestas (en mi casa) para poder así estar más cerca de las hermanas aquella noche. Como si hubiese sido una broma del destino, los dos hombres lograron sus objetivos con las mellizas aquella noche. A mi tío la conquista no le Salió como la borrachera pasada, al regresar a su casa encontró toda su ropa tirada en la calle y la promesa eterna de divorcio esta vez si iba a hacer realidad.
Cuando todos pensaron que el asunto había quedado en el olvido, los hombres sorprendieron de nuevo con otra apuesta, al ser fanáticos de diferentes equipos de baseball apostaron al campeonato; si ganaban las Águilas Cibaeñas, el compadre era el padrino, si ganaban los Tigres del Licey entonces el padrino sería el hermano de mamá. Para sorpresa de todos en la isla, esa temporada la ganaron las Estrellas Orientales.
La situación tomo un matiz inesperado cuando el compadre dijo en total estado de embriaguez que iba a ser el padrino por encima de quien fuera. “
-Pues aquí estoy para que me pase por encima si usted es hombre- respondió el tío igual de borracho.
-No es para tanto muchachos-les dijo papá en tono conciliador y tratando de evitar una tragedia.
-Por qué no hacemos lo siguiente, uno es el padrino de bautismo y el otro de confirmación-sugirió papá
-Bien pensado, yo bautizo y su compadre confirma-dijo mi tío tomando la delantera.
-No amiguito, mejor lo decidimos en una apuesta para ver quien bautiza y quien confirma-propuso el compadre.
-Pero es que por el camino que van nunca llegarán a ponerse de acuerdo y el niño ya casi nace-dijo papá preocupado.
Esa noche ya entrada la madrugada, fueron tocando la puerta, eran unos vecinos alarmados ante la nueva apuesta, se habían retado en un duelo a muerte y quien sobreviviera apadrinaba el niño. Mamá que se había despertado y pudo escuchar todo, la noticia no le sentó bien y se desmayó, papá y los vecinos corrieron en su auxilio, descubrieron que había rompido fuente. La mal asistieron como pudieron y salieron con ella a la calle en busca de un taxi, en el camino se encontraron con la disputa del compadre y el tío que incentiva por el alcohol todavía estaba vigente.
-Nada de taxi, yo la llevo que es mi hermana-gritó mi tío con voz afectada por el alcohol
-Yo también voy a ver el nacimiento de mi futuro ahijado-clamó el compadre.
Ante la urgencia pararon en la primera clínica que encontraron, la cual era famosa por la gran cantidad de abortos que se practicaban sin que las autoridades dijeran siquiera un caramba.
Luego de varias horas infructuosas, a lo mejor por la poca costumbre del doctor de traer una criatura sana y salva a la vida, nací a eso de las 7 AM, la algarabía de papá, los vecinos, el compadre y el tío fue apoteósica. Al correr la noticia del parto en el barrio todos desfilaron por la clínica y no se marchaban sin antes hacer alusión de lo que en aquel centro medico se practicaba.
-Es que no tuvimos de otra-se disculpaba mamá todavía exhausta por la enorme faena de alumbramiento.
Al volver a la casa al ser dada de alta, mamá quedó sorprendida por lo esplendido que fueron los pretendientes a ser mi padrino. Se esmeraron en comprar el arreglo de flores más grande que pudieron encontrar. Papá sólo dijo: ya hicieron otra apuesta!
La amenaza del duelo volvió a surgir con la primera borrachera a mi nombre, papá ya estaba hastiado de la situación y los mandó a buscar para reunirse con ellos de inmediato.
Los dos fueron puntuales, tal vez queriendo demostrar la importancia que le prestaban al polémico tema. Se sentaron como de costumbre en el portal de la casa.
-Esto ha llegado demasiado lejos, es el colmo que hablen de un duelo por algo semejante-les recriminó papá, ambos bajaron la mira avergonzados.
-Decidí que ninguno de ustedes será el padrino del niño para evitar una desgracia, así que les pido que paren con esta locura que se les ha metido en la cabeza-sentenció mi viejo.
-Y a quién piensa elegir de padrino entonces cunado?-preguntó mi tío un poco acongojado y resignado.
El novio de una vecina pasaba en aquel momento por el frente de la casa cuando papá sorprendió a todos al preguntarle:
-Joven, le gustaría ser el padrino de mi hijo?
El joven un tanto turbado por la sorpresa de una pregunta así titubeó al responder:
-Encantando don, para mi será un honor!
-Cuál es su nombre joven?-preguntó papá
-Raúl, me llamo Raúl-respondió el joven
-Entonces no hay que hablar, usted será el padrino, ya le aviso cuando vayamos a bautizar al niño-concluyó papá
-Por el respeto que les tengo a ambos, el niño se llamará José por usted compadre, Raúl por el padrino y Rafael por usted cunado-les dijo papá a los dos hombres.
Desde dentro de la casa se escuchó la voz de mamá:
-Pedro, recuerda la promesa que le hice a mi santo de ponerle su nombre a todos mis hijos varones-
-También se llamará Antonio- le respondió papá.
FIN