miércoles, 29 de octubre de 2008

Saturnalia...

En La Cama Sólo Caben Dos...

Coño Marcelito qué cojones tienes al llamarme hoy, la verdad es que no tienes vergüenza. Las cosas que te he aguantado son inconcebibles, has abusado de mi paciencia, del amor que te he demostrado. Estoy segura que de haberte tratado mal como lo mereces otro sería tu trato para conmigo. Ay! Marcelito, ahora es que puedo comprender que nunca me has amado, sólo he sido un desahogo a tu ya alicaída masculinidad. Acaso pensaste que yo iba a volver a tus canalladas después de lo ocurrido anoche, qué poco me conoce.

No sé cómo pude caer tan bajo, en qué momento me convenciste. Imagino a mis padres si se enteran de algo así se mueren. Te juro que prefiero suicidarme antes que mirarle a la los ojos a ellos. Has tronchado mi vida desgraciado!. Reconozco que soy tan culpable como tú en lo ocurrido, te conozco muy bien y me escondí en la inocencia con que se disfraza el maldito vino. Una copa, luego otra y otras, las luces de neón, la música que me calaba dentro, tú hablándome al oído, todo me daba vuelta, me besabas por el cuello con tanta ternura, tu voz sonaba tan sexy, me sentí acorralada, no pude negarme. Dijiste que era una prueba de amor, hoy al despertar descubro que hubo de todo menos amor. Busca otra víctima para tus jueguitos de películas triple equis. Ya no me llame, no me busque, de nada valen las excusas; lo hecho, hecho está; si nos vemos por la calle hazte de cuenta que no me conoces, yo haré lo mismo, desde hoy dejamos de ser nosotros, ahora seremos dos seres humanos que toman diferentes caminos por la vida. Dudo que me hayas amado, que tuvieras sentimientos de afecto para conmigo, yo tanto que te amaba, quiero que sepas que si accedí a hacerlo fue por el amor que sentía, por estar contigo, que te sintieras bien, complacerte. Porque eras tú Marcelito quien me importaba, pero a ti te interesaba estar con tu amiguito, el desviado, que para poder llevarlo a la cama y no sentir comprometido tu hombría metiste de por medio una mujer como si fuera un premio de consolación, tal vez tratando de disimular lo que realmente son. Ya no puedo volver contigo Marcelito, no insistas, para, deja de decir esas cosas que no me vas a convencer. Calla Marcelito, no sé qué diablo tienes que me obliga a caer rendida a tus pies, déjame libre coño!, sigue adelante, ya no me sigas hablando así, no, no esta vez no, calla, ya no sigas...De acuerdo, tú ganas, dame media hora para arreglarme y pasa a buscarme, pero te juro que esta será la última vez.


Rafael Rodríguez Torres

martes, 28 de octubre de 2008

Saturnalia...

www.sexo.com

Luego de un par de horas en un salón de chat recibí un mensaje privado, moví el mouse varias veces hasta dar con el icono amarillo que titilaba en la parte inferior del monitor. Tu mensaje fue directo:"Hola, soy lapibacaliente@hotmail.com, soy argentina, arquitecta, veinte y dos años, alta, ojos y pelo claro, buen cuerpo, te interesa?". "Eres justo lo que buscaba" le respondí.

Entablamos conversación y seguido me comentas que te llamó mucho la atención el nick que uso, "El Potente". Preguntas si no es puro alarde de hombre frustrado, yo me doy por aludido y te doy detalles de mis medidas ocultas, simplemente suspiras. Pides una foto que compruebe todo lo que he dicho y te permita disfrutar, aunque solo sea con la mira, de mis atributos masculino. Te hablo de cosas que me gustaría hacerte como le hice a una ex en nuestro último encuentro, te excitas y pide que cuente sin omitir los detalles, me rehuso, te digo que ahora es el momento de satisfacer mi morbo, que me cuente lo que sea, pero ya. Accede un tanto complaciente, no te ahorras pormenores y describes una oficina de trabajo llena de planos y maquetas; tú y un compañero de trabajo medio desnudos encima de una de las mesas de dibujo. Desde aquí creo escucharte gimiendo de placer. Interrumpo tu narración para decirte que te estoy enviando un email con una foto mía desnudo como querías, pero es la foto de mi hermano, la cual encontré por error en la cartera de su novia.

Al abrir el archivo me propones que pasemos un fin de semana juntos en algún resort de las costas del Este los cuales ha visitado en varias ocasiones y te fascinaron. Que no me preocupe por gastos, a un semental como yo se le cubren hasta los antojitos más caprichosos. Elogias mi cuerpo, lo bien formado que está, me comparas con Leonardo Sbaraglia un famoso actor de cine argentino. Confiesas que al principio dudaste de mis palabras pero al verme quedaste impactada. "Es que en esto de la internet se ven tantas cosas que ya uno no sabe qué pensar" dices.

Luego de la oleada inicial de morbo nos calmamos, pasamos a las preguntas generales, coincidencia de la vida ambos suspiramos por Borges, no nos gusta Ana María Matute, nos encantan las películas de Marcelo Piñeyro y lo más importante, somos hinchas de Boca Juniors. Definitivamente existe empatía entre nosotros. Un nuevo email ha llegado, es tuyo. Realizo el procedimiento para abrirlo, es una foto tuya y tal como te describiste tus ojos y el pelo son claro, posees buen tamaño, podría decir que también gozas de buen cuerpo, hay un detalle que no me gustó y está al pie de tu imagen, es un mensaje:"Lamento el engaño, me llamo Raúl y soy gay. Sé que eres heterosexual pero si te atreves a experimentar emociones nuevas podríamos disfrutar de unos días juntos los cuales te prometo serían inolvidables. No te apenes, más del ochenta por ciento de los hombres han tenido por lo menos una relación homosexual en su vida". Ante ese desborde de sinceridad pensé que a lo mejor y tenía razón Raúl por lo que me sentí contagiado y mandé una foto mía para que ese hombre no viniera de tan lejos y luego se llevara tremenda sorpresa. También al pie de mi foto le puse un mensaje:"Más lo lamento yo, Raúl. Mi nombre es Laura, y soy lesbiana!".


Rafael Rodríguez Torres

miércoles, 22 de octubre de 2008

Entre las luces de neón, el tequila y Bon Jovi...

En La Próxima Esquina...

No eran las ocho aún pero ya la noche había cerrado por completo, a lo mejor me dije, por causa de la lluvia que no cesaba desde temprano en la tarde. Era mayo, calor sofocante, temporada de aguaceros fuertes, típicos de la estación. Lo vi salir del bar dando saltitos en los charcos de agua aislados en el estacionamiento, se cubría con un periódico que se fue empapando por los goterones que caían sin piedad sobre la tierra. Era viernes, para él los fines de semana iniciaban y finalizaban los viernes. Los sábados se los pasaba entre talleres de mecánica y lavaderos de autos, llegar casi de noche a la casa, una cena frugal, a lo mejor ver una película en la tele y dormir. Los domingos los gastaba entre visitas a sus familiares o los de su esposa. Las mismas conversaciones cada semana, todos juntos sentados en la mesa comiendo hasta casi reventar, estaba hastiado. Era viernes, sólo los viernes le pertenecían para él y nadie se los podía arrebatar. Al finalizar las labores de la oficina se internaba en un happy hour de algún bar de moda donde mezclaba alcohol y frustraciones con un poquito de hielo y soda. Uno, dos, tres, a veces cinco y seis tragos, qué importaba. Le recuerdo de unos años atrás cuando todo era diferente en su vida, lo conocí siendo miembro de una iglesia protestante, estaba entregado de lleno a la fe, luego, sin previo aviso pasó a formar parte de otra con la misma pasión y así fue cambiando hasta caer en la fe de la botella. Una noche me dijo(entre tragos) :"Beber no es la solución a los problemas, pero por un momento logras escapar de ellos." Le di la razón.
Ese viernes le vi bailar, beber mucho más de lo acostumbrado. Nos contó anécdotas de sus logros profesionales, conquistas extra matrimoniales, guardó disimuladamente su anillo de boda, puedo jurar que le vi feliz al bailar con una rubia preciosa que acercaba su cabeza a su boca, imagino para escucharle mejor.
Llegó a su carro totalmente mojado, el periódico sirvió de poco, tras varios intentos logró introducir la llave en la ranura de la puerta, estaba borracho. Encendió el viejo coche, cada año nos decía:"Ahora si lo voy a cambiar por uno nuevo". Algo siempre se presentaba y debía posponer la compra.
Yo salí del local unos diez minutos después, estaba ebrio, como decimos los dominicanos:"happy", hora de irme a casa le dije a los muchachos que permanecían hasta el final de la jornada. Recorrí despacio por toda la avenida y me sorprendí al verle sentado en la acera sin importarle la lluvia. Me detuve y fui a su lado, varias personas rodeaban su carro, una patrulla de la policía acababa de llegar. Cuando le pregunté qué pasaba se levantó, pude ver que lloraba. Sin darme tiempo a reaccionar me abrazó, su voz ronca por el llanto reflejaba un inmenso dolor. "Coño Medem, eres el único que puede creerme que no ha sido mi culpa". "Qué Pasó?" volví a preguntar. "Yo iba para mi casa, sabes que me gusta llegar temprano, no entiendo como, pero de la nada apareció un ser bastante extraño en la parte trasera de mi carro, me dijo que era la muerte y que había venido a buscar mi alma. Al principio no le creí y pensé que se trataba de un atraco o algo similar, pero al ver su rostro por el retrovisor me espanté, no recuerdo bien el resto, quise frenar, aceleré, estaba nervioso, no vi a la señora que cruzaba con un niño en brazos, no lo pude evitar, no he querido ver si están vivos. A quién se le ocurre salir a la calle en estas condiciones. Perdí el conocimiento por unos segundos, cuando desperté el extraño ser estaba fuera del carro, tendió su mano y dijo:ven!. No tuve fuerza de voluntad para negarme y le di mi mano, sentí como si me arrancaran la piel de cuajo, luego vi una figura casi transparente muy parecido a mi irse con el ser, no van lejos, apenas se fueron, si te apuras los alcanza en la próxima esquina, ayúdame, ve por ellos, haz que regresen!.
No hablé, me monté en mi carro y di la vuelta por donde venía, lo último que supe de mi amigo fue que le condenaron a quince años de prisión por homicidio involuntario, desde aquella noche les juro no he vuelto a beber.


Rafael Rodríguez Torres

lunes, 20 de octubre de 2008

Los 80's...Sicodélicos, confusos.

Le Voyeur...

Me asomo a tu cuarto, las persianas como siempre están abiertas. Busco tu anatomía con afán, no quisiera perderme un segundo siquiera. Estás parada frente al espejo de la habitación apenas vestida de "Eva". Tu silueta se dibuja en mi cerebro, la memorizo, sueño con tus besos, tiemblo. Viras tu cuerpo de un lado al otro como si quisieras descubrir algún defecto, convéncete niña, no existe ninguno, eres una diosa!.

Bañado de lascivia soy testigo mientras hurgas en tu vello púbico, yo, observador clandestino te ayudo en tu búsqueda. Respiro profundo, renacen pasiones morbosas, de las que se confiesan a los sacerdotes cada domingo en la misa de siete. Cinco Padre Nuestro, dos Ave María y la incumplida promesa de siempre de nunca volver a hacerlo.

Llega el odiado momento en que abres la puerta del closet, busca que ponerte. La caoba centenaria conspira contra mis ojos libidinosos, maldigo. Fiel a tu ritual tomas un vestido, lo pones sobre tu cuerpo desnudo y te vuelves hacia el espejo. Luego de un sin número de inspecciones lo colocas sobre la cama, te inclinas frente a mi, tus senos se balancean como frutas a punto de caer, yo debajo, babeando, goloso las espero. Regresas al armario, es el turno del brassiere no sin antes manosear esos bellos volcanes que cubrirás para evitar que sus cráteres se dibujen debajo de la tela de tu vestido, como aquel día en el colmado de don Ignacio cuando sentiste todo el pesos de mis ojos lujuriosos posados sobre tus pechos, te ruborizaste y corriste.

El momento cúspide llega cuando encuentras los panties, metódica como ninguna te paras de lado al espejo, de espalda a mi desenfreno. Doblas de nuevo tu cuerpo, soy único testigo del tesoro que llevas escondido entre las piernas. Con toda calma introduces un pie, luego el otro; yo afuera, creo enloquecer, me toco, me masturbo. Echas las nalgas hacia atrás, acomodas la ropa interior, cierro los ojos, me voy a venir!...Una mano roza mi pelo, me toma con fuerza, viro la cabeza y no eres tú, maldición, es tu papá!.


Rafael Rodríguez Torres

domingo, 19 de octubre de 2008

Desamores y Desencuentros...

Primera Vez...

Caímos en una camita desvencijada, de sábanas sucias y gastadas, de soportes chillones por cargar a través de los años infinidad de cuerpos convulsionandose en un vaivén de secreciones y caricias pagas por adelantado. Un abanico de techo que apenas movía sus aspas, las paredes descaradadas de la habitación mostraban sus huesos de ladrillos, era un panorama devastador que nos recordaba hasta qué extremo nos puede llevar la miseria.

No pude seguir con mi exploración del lugar, sin previo aviso invadió mi boca con su lengua experta, ardiente; sus manos escudriñadoras hurgaban entre mis pantalones. !Cómo había soñado este encuentro contigo!. Los pezones de tus senos se clava cual daga afilada en mi pecho sin misericordia, siento el empuje de tu sexo húmedo al regodearse con mi pene erecto, impaciente, inexperto. Grito tu nombre, lames mi cuello, orejas, sudamos, nuestra piel salada, provocadora; me tomas sin delicadeza, a tu antojo, te penetras con mi cuerpo sin demostrar dolor ni temor, como si lo hubieses hecho miles de veces antes, mas sé que no es cierto, hoy fue la boda, !Eras virgen!.

Unidos por nuestros sexos nos abrazamos, de lamernos pasamos a los mordiscos, dices cosas que no entiendo, nos venimos!...Nos echamos boca arriba; la cama apesta, jadeando por la emoción, acalorados, pedimos tregua que no cumplimos, nos embestimos de nuevo con más fuerza, con un poco más de experiencia, te beso, ya tu boca no me emociona, miro tu cuerpo, no me gusta, cierro los ojos y pienso en ti, me entran nuevas ganas de fornicarte, de poseerte; siento haber cometido un error al venir a tu lado, no pensaré más en ello, perdón amor mío, te beso de nuevo y me subo de nuevo encima de ti, me vuelvo a venir, abro los ojos, miro a mi alrededor, no estás!, la rabia me consume, lloro, lloro de rabia coño!, de impotencia.

Miro el reloj, ya son más de las doce de la noche, la boda debió haber terminado, de seguro van camino al hotel; me pongo de pie, busco mi ropa tirada por todo el piso del cuchitril, no encuentro una de las medias, no importa, tengo que salir de aquí como sea. Me dirijo a la puerta, está cerrada apenas con un alambre enredado en un clavo doblado, escucho una voz a mi espalda:"Kat pias mesié". Oh! lo olvidaba, disculpa, indago en mis bolsillos, la miro, me sonríe mostrando sus dientes muy blancos, perfectos. Me dice:"Retonin le wouvle". Me marcho, no miro atrás, sé que ella no va a salir a despedirme. Camino por calles oscuras, vacías, peligrosas, te imagino en sus brazos en estos momentos, sacudo mi cabeza, me repito una y otra vez que no eras para mí, que nunca estarías a mi alcance. Sonrío ya pensando en el próximo sábado, me embriagaré, volveré donde la haitiana, cerraré los ojos e imaginaré que es a ti a quien le hago el amor por primera vez la noche de nuestra boda.

"Vi Ho Purgato Ancora"


Rafael Rodríguez Torres

sábado, 11 de octubre de 2008

Una Escritora Invitada...

Saludos a todos, me he tomado la libertad de invitar a escribir en el blog a una amiga escritora(muy buena por cierto) hablo de Ericarol Carlo de www.futuraec.blogspot.com Les dejo un cuento de ella que me fascina por la elaboración del mismo, la historia y la simpleza del lenguaje.



Las Hermanas

Aura y Alba llegaron al mundo desde el mismo vientre, pero eran tan distintas como el día y la noche. Aura era discreta, elegante, extremadamente organizada y comedida. Alba era bohemia, impulsiva y apasionada. Quedaron huérfanas a la edad de 20 años y heredaron la casa familiar y la ingrata compañía mutua.


Un día, Alba se retrasó a la hora de cenar aquella que se servía con una puntualidad exagerada, como era todo en el tenso ambiente filial, desde el día en que se quedaron sin padres. Andaba de parranda con unos amigos, y el novio de turno, que le prometió el sol y las estrellas, en ese mismo orden, si se escapaba con él aquel mismo día. Ella lo había pensado, pero no se había atrevido a materializar aquel gesto rebelde solo para no tener que oír los comentarios de su hermana, que los imaginaba y que cada día le molestaban más y más.


Llegó con un hambre endemoniada que se volvió mal humor ardiente cuando encontró la mesa tan vacía como su estómago. Buscó por todos lados y no encontró nada de comer. Ni en la cocina, ni en la nevera, ni en la despensa. Subió a la habitación de Aura, que sentada frente a su espejo, se cepillaba el pelo cien veces, y sin saludarla le preguntó fríamente:


-"Dónde está mi cena?"


Aura se giró para enfrentarla. Miró su delicado reloj y le dijo con la misma frialdad de guerra no declarada:


-"La cena se sirve a las siete."


Alba sintió como todos los años de distancia y de odio callado se acumularon en su interior. Un dolor y una rabia incontenible le llenaron los ojos de sangre y los oídos de humo.


-"Prefiero vivir debajo del puente, que contigo, maldita bruja!!!!"


Y se marchó dando un portazo, para irse a vivir con el novio de turno aquel que le prometió el sol y las estrellas en ese mismo orden.


Pasaron veinte años y las hermanas no volvieron a verse ni a hablar. Una muy orgullosa, la otra muy paciente. Aura vivió con la misma organización, elegancia y discreción de siempre. Alba se volcó en un andar agitado y loco que le consumió no solo la vida, sino también la salud, el dinero y las ganas de odiar. De aquel que le prometió el sol y las estrellas, en ese mismo orden, ya no existía hacía miles de años. Alba no había previsto que la juventud no dura para siempre. Ni el ánimo, ni la pasión. En este entonces vivía, como lo había augurado, en una paupérrima posada, muy cerca del puente y del río.


Un día que Alba se relamía las heridas, que contaba los centavos para encontrar algo de comer en su humilde casa, con el estómago tan vacío como aquella noche veinte años atrás, su hermana llegó a visitarla repentinamente, rompiendo el largo silencio de dos décadas.


-"He oído que te va mal y vine a ofrecerte mi ayuda". - Le dijo Aura con la misma calma de siempre, como si el tiempo no hubiera pasado.


Alba bajó la cabeza. No tenía fuerzas ni palabras para luchar.


-"Puedes volver a la casa cuando quieras". - Repitió Aura tres veces, mientras revisaba la pequeña habitación con la mirada.- "Te espero. Que dices?"


Alba asintió con lágrimas en los ojos.


-"Muy bien". - Dijo Aura cuando se marchaba.- "Todo se ha dicho. Recuerda.."- dijo antes de cerrar la puerta tras de sí...


-"La cena se sirve a las siete".